viernes, 23 de julio de 2010

EVALUACION FORMATIVA

Años atrás, se ha venido manifestando una serie de preocupaciones por parte de las autoridades, directivos y docentes sobre la evaluación del desempeño académico de los estudiantes, tanto en el aspecto teórico como en lo práctico, evidenciándose una separación de estos parámetros, que han impedido una evaluación integral y como consecuencia no se ha podido medir el nivel real del aprendizaje de los estudiantes. Teniendo en cuenta que no sólo la adquisición de conocimientos se hace referencia al conjunto de acciones institucionales que se realizan con fines de formación humana, sino también de habilidades, destrezas, comportamientos y valores que nos permiten afrontar día a día la realidad.
“La evaluación es un proceso mediante el cual se valoran capacidades, competencias y desempeños en el ser humano en un contexto determinado” VILLADA (2008).

Generalmente, el acto de evaluar se ha asemejado al acto de examinar o medir, pero hay que anotar que son dos cosas completamente distintas aunque complementarias. La evaluación, es tal vez el aspecto más descuidado de la educación y al que menos atención le prestamos, ya que la limitamos a la aplicación de pruebas escritas que pretenden medir “lo que los estudiantes han aprendido” en la materia orientada, desconociendo sus procesos de aprendizaje.

Lo anterior no significa que los exámenes no deban hacerse, claro que son necesarios, pero no podemos continuar planteando pruebas tan olímpicamente, sin tener en cuenta aspectos relevantes para la formación de las personas como habilidades, destrezas y actitudes y menos aún, cuando nos hemos entrado en los resultados del proceso evaluativo.

Entender el aprendizaje es entonces el componente esencial para propiciar una evaluación que comprenda la dimensional dada del ser humano. El aprendizaje es un “proceso mediante el cual se generan cambios transitorios o permanentes en los seres humanos, manifestados en conductas o comportamientos” VILLADA; de hecho, la persona que aprende jamás será la misma, necesariamente tiene que haber sufrido algún tipo de transformación.

En mi opinión, la evaluación formativa tiene por objeto la permanente reflexión, transformación e incluso de indagación; esto último es ser objeto de investigación con el fin de determinar su pertinencia e influencia en las acciones formativas y cómo contribuye a dar una mirada diferente al sentido del aprendizaje. Por último, quiero anotar que la evaluación no pude seguir estructurándose para medir conocimientos, tampoco debe plantearse un día antes, es una acción que requiere ser planeada, asumida desde el inicio del año escolar y tener unos criterios y objetivos claros.

En conclusión, la evaluación formativa es un proceso planeado, sistemático e integral mediante el cual se valoran los desempeños de nuestros estudiantes, teniendo en cuenta sus resultados, pero en especial, sus procesos. No olvidemos además que la evaluación está vinculada al quehacer educativo y por tanto debemos hacerle frente día a día.


Toda acción educativa debe evaluarse.




José Vidal Contreras C.

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